PRENSA GAMEA | Mar 28.05.24
Desde la época de la colonia las mujeres fueron más allá de ser simplemente amas de casa, ingresaron al comercio u otras ocupaciones y se hacían cargo de la familia. En El Alto, que es una ciudad de migración, su comercio tiene rostro de mujer, porque sigue esa lógica de la mujer trabajadora y las nuevas generaciones optan por tener una profesión, su independencia, hasta lograr un negocio propio.
“Al menos en el territorio andino, el papel de la mujer siempre ha ido más allá de ser simplemente ama de casa, si piensas en la colonia, los hombres han sido enviados a la mita y las mujeres que se quedaban solas se veían obligadas a dedicarse al comercio o a dedicarse a trabajar haciendo tejidos”, dijo la historiadora, Sayuri Loza.
Explicó que entrando el siglo XX las familias eran numerosas y pasaban crisis económicas en las que siempre la mujer trabajó duro, a veces de la mano del hombre. En las décadas de los 70 y 80 los divorcios se incrementaron y las mujeres asumieron la principal responsabilidad del hogar..
“Muchos de quienes somos migrantes aymaras vivimos con esa idea de la jefa de hogar, que es quien consigue el dinero, a veces en mayor cantidad que el varón y eso a veces genera roces, fricciones, conflictos y peleas”, dijo Loza, quien comentó que no hay muchas fábricas o empresas para emplear al varón y es la mujer quien debe perder la vergüenza y salir a vender y ganar dinero.
Por diferentes circunstancias hay mujeres que se quedan solas y se vuelven jefas de hogar, trabajan para los hijos y los educan, y en muchos casos se convierten en mujeres prósperas que logran sus bienes y hasta dan empleo a otras personas.
Recordó que en El Alto todo gira en torno a la familia y hay muchos casos en el que están las hermanas, los padres que aún viven, los primos o sobrinos, que apoyan a las jefas de hogar en un circuito de confianza que se crea dentro de la familia.
El Alto es uno de los municipios con mayor cantidad de comerciantes y así como incrementó su población, también lo hizo el comercio, pero en este tiempo hay más mujeres profesionales que trabajan en su rubro y se dedican al comercio, que es la herencia de los padres.
Loza precisó que la mirada de la mujer cambió, si antes se soñaba con casarse con alguien que las quiera y les dé una casa, ahora muchas jóvenes quieren tener una profesión, independencia y hasta un negocio propio, ya no piensan tanto en casarse y tener hijos.
Mencionó que el hecho de trabajar por los hijos, de darles lo mejor no es motivo para descuidar la salud. Compartir el desayuno, el almuerzo, un viaje o cualquier otra actividad juntos es más valorable que los objetos materiales u otras cosas.
“Primero, pasen tiempo con sus hijos, estén con ellos y segundo, también se cuiden, porque si se cuidan los hijos estamos felices. Tener a la mamá, aunque sea como dice la canción, como estampita viejita, es la bendición más grande que puede tener un ser humano”, remarcó la entrevistada.
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SDC