PRENSA GAMEA | Jue 25.07.24
Con años de experiencia y numerosos pasos recorridos en pistas atléticas internacionales, Geovana Irusta considera que El Alto es semillero de atletas olímpicos y rememora los días de entrenamiento que tuvo en este territorio de altura.
“El Alto puede ser semillero de nuestros futuros campeones olímpicos por las condiciones climáticas que tiene, la altitud y el biotipo de los chicos. Ellos tienen el biotipo ideal para ser futuros corredores de fondo y marchistas, y es nuestro deber impulsarlos para que este sueño se pueda hacer realidad”, asegura Irusta.
Mencionó que en esta nueva era del deporte atlético, El Alto emerge como un vibrante núcleo de talento para los deportes de alto rendimiento. En sus palabras, las bulliciosas calles, amplias avenidas y los humildes distritos periurbanos de la urbe son escenarios de jóvenes corredores que podrían ser campeones en un futuro.
Con 27 años de trayectoria, la deportista chuquisaqueña recuerda sus entrenamientos en San Roque, Distrito 7, y en las jornadas cargaba los pulmones del aire fresco y frío de la urbe. Toda esa experiencia le ayudó a mejorar su rendimiento en eventos internacionales y así ganar medallas de bronce en los Juegos Panamericanos de Santo Domingo en 2003 y de oro, en los Juegos Bolivarianos en Colombia en 2005.
“La altitud de El Alto es buena para las pruebas de fondo y semifondo; es magnífico para los entrenamientos profesionales porque se supone que a mayor altitud hacemos un poco más de esfuerzo para poder entrenar. Además, como hay menos oxígeno, el cuerpo produce más glóbulos rojos y con eso podemos lograr mejores resultados cuando se baja a los llanos, o si compites a una altitud menor; por ende, el cuerpo está mejor preparado”, explica la deportista.
Geovana Irusta es una leyenda en el atletismo de largas distancias, su especialidad son las carreras de 30, 35 y 40 kilómetros, donde perfeccionó resistencia. La perseverancia y determinación la llevaron a competir en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, donde obtuvo el puesto 48; en Sídney 2000, mejoró al alcanzar el puesto 42; y en Atenas 2004, subió aún más, al puesto 41.
Actualmente Geovana vive un momento de plena realización en dos facetas de su vida. Como madre, disfruta de sus dos hijos, mientras que su pasión por el deporte la llevó a desempeñarse como entrenadora en la escuela que lleva su nombre en Ciudad Satélite. En esta institución, Irusta contribuye activamente a la formación de futuros atletas olímpicos y transmite su experiencia y entusiasmo por el deporte.
“Al abrir la escuela han vuelto a nacer todas mis inquietudes y mi amor por el deporte. Ahora, mi meta es descubrir nuevos talentos, especialmente en El Alto, donde hay muchos niños que no tienen las posibilidades de acceder a un entrenamiento. Es por eso que abrimos la escuela en El Alto” menciona Irusta.
///
DAA