PRENSA GAMEA | Mie 03.07.24
Transcurrían las 11 de la mañana y el sol radiante ya había salido e iluminaba cada rincón del Cementerio General Mercedario. Mientras la temperatura aumentaba conforme pasaba el tiempo, en el aire se respiraba una atmósfera de paz y tranquilidad, con un silencio casi absoluto. Los pocos visitantes que ingresaban en busca de un momento de reflexión eran guiados por un código QR que los llevaba hasta sus seres queridos.
“Un código QR fue implementado por la Alcaldía de El Alto para que los visitantes, a través de un escaneo, tengan una guía precisa y puedan encontrar información sobre las puertas de ingreso, la ubicación de los contenedores de basura, los accesos al agua y los puntos de información”, informó el administrador del Cementerio General Mercedario, Marcelo Pérez.
A pocos metros de nuestra ubicación un par de voces murmuraban y con la atención puesta en la charla, una de ellas, muy rasposa, decía: “ahora dan ganas de pasear”; pues hasta asientos tienen para conversar los visitantes mientras se calientan con los rayos del sol.
Los barrotes de metal que ahora bordean el cementerio ofrecen un renovado sentido de paz, que protege a los seres queridos que descansan en este sagrado espacio, que antes era sólo un pajonal y ahora se erige como un campo lleno de nichos, donde la memoria florece entre cada piedra.
Nuestra caminata prosigue y de frente nos encontramos con un muro que lo llaman ‘camposanto’ y allí están colocadas 800 placas con los nombres de los difuntos resguardados en Mercedario. Sin el ánimo de quedarnos en los detalles, giramos a la derecha y en todo el espacio en horizonte están distribuidos los nichos con sus respectivas identificaciones.
El cementerio provoca un aire de serenidad matutina con las miradas observadoras de quienes lo visitaban a esa hora, muy distinto a episodios oscuros, cuando la incertidumbre e inseguridad campeaba entre las familias.
¿Qué tan seguro es? La reciente instalación de cuatro cámaras de seguridad, más el muro, son la garantía que buscaban los visitantes para sus seres queridos. Pero, imagínense trepar la reja, es mucho riesgo para un avezado aventurero de lo ajeno.
“Contamos con cámaras de seguridad, un muro perimetral recién ejecutado, una administración fortalecida y avances significativos en la digitalización de los datos de difuntos. La base de datos se está completando y, a pesar de los destrozos anteriores, estamos recuperándonos favorablemente”, enfatizó el entrevistado.
Los minutos continuaban y una vez más revisamos el mapa que nos muestra el código QR para dar los pasos correctos y no extraviarnos en el intento de caminar por el camposanto alteño.
Mientras las familias alteñas avanzaban en hileras de cinco personas, en el amplio ingreso, sus miradas se concentraban, primero, en la imagen protectora del corazón de la virgen María y de frente, en ese callejón, estaba el Corazón de Jesús.
Qué interesante es ver el haz de luz que se forma en un espacio del techo que tiene la forma de cruz. Ese reflejo se posa sobre el mural divino y es como si fuera un reloj solar, cuya manecilla larga es la mayor extensión de la cruz del Señor Jesus. Ya se aproximaba el mediodía.
Lo que vimos fue el testigo silencioso del paso del tiempo y símbolo de la continuidad de la vida. Además, el reloj en su quietud eterna, marca el transcurrir de los días y muestra a los visitantes que el amor y los recuerdos perduran más allá de las estaciones y del tiempo.
Con el pasar del tiempo el Cementerio Mercedario será definitivamente un santuario donde el pasado tumultuoso quedó atrás y el presente se vive en paz y armonía. Este sagrado espacio invita a la reflexión profunda sobre la fugacidad de la vida, recordándonos la importancia de aprovechar cada momento con quienes más queremos.
La visita terminó, cerramos nuestros dispositivos que nos mostraban el mapa y la salida, casi en letargo, culminó con la persignación en memoria de quienes tienen el descanso eterno en el Cementerio General Mercedario.
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DAA